viernes, 28 de noviembre de 2014

Una constante en la historia dominicana: alianzas y trasvases, a tener en cuenta en el pensamiento y la práctica de la Izquierda

 ¡En esta esquina…!
Una constante en la política dominicana: alianzas y trasvases a tener en cuenta en  el  pensamiento y  la  práctica de la Izquierda (1 de 2)
Por: Manuel Salazar
A mi amigo Wilson Spencer, inteligente, revolucionario y contrario a la política de   Convergencia
Este es un artículo, y no un ensayo que iría más allá de mis limitaciones, en el que apunto unas ideas que como menos despierten discusión, hacia un abordaje más apropiado del mismo.
Lo que destaco es que las alianzas y los trasvases de partidarios políticos de uno  a  otro bando, son hechos  continuos  y  significativos en  la  historia dominicana, y deberíamos sacar las lecciones que correspondan a la definición de unas actitudes que nos permitan como Izquierda constituirnos en una mayoría política.  
 Se debe tener en cuenta que en un preámbulo al acto de fundación de la República, el sector independentista expresado en los Trinitarios encabezados por Juan Pablo Duarte, pactó con un sector reformista de entre los mismos haitianos, que entonces mantenían ocupada la parte Este de la isla, en la que hoy vivimos dominicanos y dominicanas; alianza que tuvo por objetivo derrocar el régimen de Boyer.
La fundación de la República misma   fue el resultado de una alianza táctica entre Trinitarios y Afrancesados, sectores con concepciones políticas contrapuestas, pero que en un momento histórico y dada una determinada correlación de fuerzas, resultaba imprescindible para el objetivo de derrotar el dominio haitiano y fundar la República.   
Una y otra son experiencias de alianzas trascendentes.
Observemos otros hechos: el grupo de Pedro Santana, jefe militar de la lucha contra el dominio haitiano, dominó la vida política durante nueve años.  En el sentido en que hoy se entienden los partidos, no puede hablarse de un Partido Santanista, pero la realidad es que el lideró un grupo que concretó la idea que desconfiaba de la posibilidad de que la nación dominicana pudiera mantenerse organizada en Estado libre, soberano e independiente.
Con el apoyo de algunos de ese grupo, y de independentistas, Manuel Jiménez salió del Santanismo; fue electo presidente, pero mantuvo el país en el mismo esquema conservador de Santana, a pesar de que en algún momento había sido del bando Duartista,  aunque tímido.  Había sido Ministro de Marina y Guerra de Santana.
Del “partido” de Santana salió también un grupo, del Cibao, que postuló a Domingo Mallol  para presidente, pero no llegó a desarrollarse.  A este se vincularon también algunos independentistas.
Figuras importantes como Benigno Filomeno Rojas y Ulises Francisco  Espaillat, estuvieron en algún momento en el  régimen de Santana. Pero también fueron los que aprovechando un hálito de demagogia del caudillo, en febrero de  1854  introdujeron reformas democráticas a la Constitución de la República.
Tras la revolución de julio de 1857, que derrocó a Báez y en la que el grupo del Cibao  jugó un papel importante, estando ahora en el poder, hizo esfuerzos para plasmar en la Constitución  las  ideas democráticas que había impulsado en 1854.   Así, la Constitución de Moca de 1858, recoge parte de la Constitución de 1854, aunque es más avanzada que aquella.  La de Moca, resultó de una “alianza” entre los del grupo liberal del Cibao:   Benigno  Filomeno Rojas, Ulises Francisco  Espaillat, Pedro Bonó,  Belisario Curiel, y miembros del  Santanismo conservador. Este grupo del Cibao,  sería el eje para  otro que podría denominarse “Neo-Duartista”, alejado de Báez, pero también de Santana, y que sería básico para la lucha anti- anexionista.



¡En esta esquina..!
Una constante en la historia dominicana: alianzas y trasvases, a tener en cuenta en el pensamiento y la práctica de la Izquierda (2 de 2)
Por Manuel Salazar
Continuando el abordaje a rasgos generales de un componente fundamental  del  partidismo dominicano que debe ser estudiado por la Izquierda para  orientar su práctica en el curso de la historia y no fuera de ella, cabe destacar que del “partido” de Santana, salió también el de Báez, el partido Rojo.   Báez inició carrera bajo  la  protección de Santana y luego rompieron.
 Quiénes eran los Rojos liderados por Báez?   Eran anti- Santanistas de  la  primera República y  ex Santanistas. 
Quiénes eran los Azules, liderados en algún momento por Gregorio Luperón?   Eran Neoduartistas, Santanistas y desafectos del  Baecismo y su orientación general fue liberal.
Cuando por el año 1872, Báez intentó reelegirse en el poder, contrariando el interés de algunos de su  partido de ostentar la candidatura presidencial, los del partido Azul, sucesivamente derrotados por el caudillo del partido Rojo, encontraron la oportunidad de salir de este, y se aliaron a  la disidencia roja.  Esta alianza entre  rojos y miembros del partido Azul, desplazó a Báez del poder y lo mandó al exilio.  Manuel Altagracia Cáceres, Vicepresidente en el gobierno de Báez, fue de los cabecillas de esta acción.
Ignacio María González, era rojo,  logró atraer a seguidores del partido Azul y devino en líder del  partido Verde. Cesáreo Guillermo fue originalmente rojo, pero llegó a Presidente con los azules.  Lilís fue azul, y devino en Lilisista, conservador dictatorial.  En el Lilisismo participaron antiguos rojos, Baecistas.
Juan Isidro Jiménes y Horacio Vásquez llegaron unidos al gobierno un tiempo breve después del ajusticiamiento de Lilís en 1899. Luego se enfrentaron. La lucha entre Bolos, liderados por Juan Isidro Jiménes, y  Rabuses, liderados por Horacio Vásquez, dominó un momento de nuestra historia; pero también partidarios de unos y de otros se entrecruzaron de un lado para el otro.  Juan Isidro Jiménes apoyaría la candidatura presidencial de Alejandro Woss y Gil, que había sido Lilisista, y uno de sus seguidores, Eugenio Deschamps,  le  acompañaría como vicepresidente.  A poco de instalarse este gobierno, un partidario de los Bolos, Carlos F. Morález Languazco,  se alzaría en armas para derrocarlo, y  Bolos y  Rabuses que habían sido rivales, aparecerían juntos en una propuesta de gobierno presidida por este y como vicepresidente, Ramón Cáceres, de la fila de  esos últimos.
Más cerca a nuestros días,  trujillistas  votaron por el profesor Juan Bosch en las elecciones de 1962, atraídos por la consigna de “borrón y cuenta nueva” que este formuló en su campaña electoral, consciente de que ajusticiado Trujillo las bases sociales de lo que había sido su régimen quedaban dispersas.  Buena parte de los  trujillistas, de los partidarios de la Unión Cívica Nacional, y de los socialcristianos, terminaron siendo seguidores de Balaguer y el Partido Reformista. Desde 1994, y de manera más abierta y masiva desde 1996, votantes del  balaguerismo y  el PRSC comenzaron a trasvasarse hacia la figura del  Dr. Leonel  Fernández y el PLD.
Estos son hechos de la historia, en notas muy generales, pero que indican un componente del desenvolvimiento del partidismo político que habría que estudiar más a fondo a los fines de generalizar una conclusión.
La izquierda no ha sido beneficiaria en masa de esos trasvases constantes en la historia política dominicana. Por no conocer esa historia y por tanto no trabajar en el curso de la misma, y  por haber aparecido ante el pueblo de manera parcial, como luchadora por reivindicaciones sociales inmediatas, y  no como referente de poder.
Si como al efecto, la historia es ciencia, entonces urge entender esos componentes  y  ver  si  se expresan en la coyuntura en curso.   Esto hay que entenderlo y trabajarlo.  Porque es un solo pueblo con el que debemos lidiar. 


miércoles, 12 de noviembre de 2014

La cuestión principal es el poder

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La cuestión principal es el poder

Por: Manuel Salazar

En días recientes escuché de militantes que rechazan la política de Convergencia la idea de que es preferible que el PLD siga en el gobierno, y mejor si es con Leonel Fernández, porque eso facilita la oposición y los sectores progresistas podrían crecer más. 

Ser oposición y la posibilidad de crecer en el futuro inmediato son las coordenadas en la que esas mentes encuadran sus valoraciones y prácticas políticas, mientras la vida discurre difícil para el país, nación y mayorías populares.

Al escucharlas recordé las palabras de un comunista español que al no saber trabajar en   las nuevas condiciones políticas de la transición postfranquista,  concluyó  en  que “después de todo, contra Franco luchábamos mejor” y como nunca supo readecuar su trabajo a las mismas, terminó siendo un declamador de buenas intenciones, crítico a todo y rememorando sus glorias bien ganadas contra la dictadura.

La de aquellos militantes   es la  lógica del  que no tiene el objetivo del poder como cuestión principal, que es la de cualquier partido; y por tanto no valoran circunstancias favorables como las de ahora en el país  para  aproximarse  o  alcanzarlo.

Uno de los pesos muertos  que  llevamos encima los de  la  Izquierda  es el haber sido asimilados  parcialmente de más en más por el pueblo desde la abstención del 14 de junio en 1962.  Para la lucha social, aceptados; no así en la competencia por  posiciones de poder; lo que significa que tenemos de entrada más del 50 por ciento de la partida perdida, en un momento histórico como el actual, en el que la dirección del Estado  se juega en la competencia electoral y no en las realidades creadas por las mentes fantásticas.

El militante político hace oposición pensando en llegar al poder lo antes posible. Hace análisis de coyuntura  no  con  un   fin académico;  sino para poner en relieve cómo, en el marco de una correlación de fuerzas, encuentra caminos, trillos, vericuetos o grietas por donde avanzar o colarse al  poder.

En octubre de 1917 en Rusia, Lenin  dio muestra de esa aptitud. Siendo su partido, el bolchevique, un partido pequeño, hizo una lectura política adecuada del momento, pactó con un partido liberal para derrocar al Zar, y  a  poco tiempo, con las masas de este mismo partido, saltó al poder tras la revolución de ese mes y año.

Aquí en nuestro país, en 1996, con una nómina de 14 mil militantes el PLD aprovechó unas circunstancias y pactó el Frente Patriótico con Balaguer para ganar el gobierno y luego obtener el poder que tiene hoy. Sin ese pacto, estuviera todavía luchando por sindicaturas, regidurías y diputaciones.  Claro que al país y pueblo no le ha resultado ese pacto; pero la maniobra que hizo es un modelo de cómo en determinadas coyunturas se puede dar un salto de garrocha hacia el poder.

Ese salto puede ser para bien del país, nación y pueblo. El de Lenin, en la Rusia de febrero- octubre de 1917, estableció el socialismo en ese país.
Fijarse en el objetivo  de  ser oposición a la espera de que en el futuro se podrá crecer, es suponer además que la vida política es lineal y se pueden prefijar los acontecimientos y resultados.

Balaguer salió acosado del poder en 1978 y todos consideramos que era el fin de su carrera.  Regresó en 1986 y se mantuvo diez años. En el 2000, Leonel Fernández salió del gobierno con una tasa elevadísima de rechazo, e igual creímos que jamás volvería a ser presidente de la República,  y contra este vaticinio  volvió   en  el  2004 y se mantuvo hasta  el 2012.  El presidente Hipólito Mejía salió del gobierno bastante estropeado en el 2004, y regresó como un candidato presidencial tan celebrado en el 2012 que el poder del Estado tuvo que emplearse a fondo para quitarle el triunfo.


La experiencia desdice la lógica de que es preferible mantenerse en la oposición con fines de posicionarse mejor en el futuro; y  por   el  contrario,  aconseja   centrar   la mirada  en  el  poder y  aprovechar circunstancias para avanzar hacia el mismo. Así es como el Frente Amplio y su candidato Fidel Santana conciben  la política de Convergencia, con propuestas de programa y ética de gobierno. 

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Responsabilidad histórica para un pacto trascendente

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Responsabilidad histórica para un pacto trascendente

Por: Manuel Salazar


Ocurrencias como el intento de  asalto  a  la  cárcel de Najayo;  152 mil sometidos a la justicia por delincuencia en poco más de un año;  1,7 millones de gramos de drogas decomisados en ese mismo tiempo; el hecho del Metro;  doce atracos en un fin de semana reciente en una ciudad pequeña como la de Nagua; los factores Figueroa Agosto y Quirino, presentes todavía; el factor Félix Bautista y los hechos relevantes vinculados a la corrupción que han superado la capacidad de espanto de buena parte de la sociedad; la afirmación de médicos que son autoridad en el campo de la salud sobre la bancarrota del sistema sanitario nacional, bastarían para llamar la atención de los sectores y líderes políticos que se sienten comprometidos con un cambio progresista en las condiciones del país.
Sin parar, en la nación se acumulan hechos que confirman un proceso en el que se disuelven sus elementos esenciales. A pesar de lo bien apreciado que dicen las encuestas está el presidente de la República y del “crecimiento económico” que observan los funcionarios del Banco Central.

Los países y naciones se fuñen, y  desde  luego   sus  mayorías  populares  son  las  afectadas.  De eso hay ejemplo en países con más recursos materiales y mejores   indicadores  en  el  desempeño  macroeconómico que el nuestro.

El pueblo dominicano necesita de los líderes y dirigentes políticos de la oposición con vocación de país y democrática que se atrevan a poner esos atributos en primer plano, y firmar con   la   palabra  de  compromiso  un  pacto  que ponga un PARE a ese mal proceso y conduzca al pueblo por una real transición hacia la democracia con justicia social.   

La responsabilidad histórica está convocada para ahora; y si por anteponer intereses de pequeñas claques, o corresponder a orgullos pequeñoburgueses más que al pueblo,  no se concurre puntual a esa cita, será desaprovechada una oportunidad histórica y otros  Horacios y  Horacitos Vásquez aparecerán en las páginas de la historia.

Ese pacto debe incluir las elecciones del 2016 y más  allá  y  fundamentarse en un proyecto de nación del que se elaboren programas de gobiernos continuos.
Como he dicho en ocasiones anteriores, la hegemonía social, pende en este momento de la voluntad del PLD.   El bipartidismo, no  se  da  y  son   el   danilismo y el leonelismo  las dos fuerzas políticas que  garantizan esa hegemonía.

La nueva mayoría política que pudiera anteponérsele e irrumpir de inmediato en la vida nacional con posibilidades de cambiarla en un sentido positivo, hay que construirla,  y  está  en la concertación entre los elementos dispersos de la oposición, y no en ninguno en particular así haya  unos más desarrollados que otros.

En la medida en que pasa el tiempo, se le da más cancha al trabajo de la inteligencia del PLD- gobierno para potenciar elementos de la división que le es vital para mantenerse arriba; como al efecto está ocurriendo.

Con un poco de sentido común, en ese pacto se multiplicarían por mucho todos sus signatarios, más de lo que como particularidades podrían obtener. Aspirantes a la presidencia de la República avanzarían más rápido a ese objetivo.   Se trata de un pacto político para el presente y el provenir; mirando en positivo hacia delante, no  en  lo que  fue  o debió  ser  el pasado, así comporte los elementos críticos y autocríticos necesarios.

No  hay que negarse a pactar con nadie por ser o haber sido parte de un partido de los que han gobernado el país; porque los que aparecen como posibles candidatos presidenciales de entre los líderes o dirigentes alternativos algunos han sido funcionarios importantes en gobiernos anteriores, e incluso los hay que han calificado para serlo así de Leonel como de Balaguer y sus honras no han sido mancilladas por eso.    Solo  Fidel  Santana, presidente y candidato del Frente Amplio, no ha sido funcionario de gobierno alguno y sus credenciales surgen de los hornos de la lucha popular y nacional.


Urge ese pacto en torno a un proyecto de nación, con alternabilidad de candidatura y de gobierno dentro de la misma concertación.  Así ganaría la oposición y con esta la posibilidad de un cambio.