El cristianismo
tuvo y tiene compromiso social
Por Manuel
Salazar
Con
cariño y respeto a los pastores Nino Ramos y Mario Serrano (católicos),José Rafael
Dúnker (evangélico), y Milcíades Pérez (diácono), porque hacen el
bien a su pueblo con mucho desprendimiento, sin aspavientos ni afán de
notoriedad.
En un
escrito titulado “Sobre la historia del cristianismo originario” (1894),
Federico Engels, sugiere que esa corriente fue socialista en las condiciones
histórico-sociales en que desarrolló. Eran los tiempos en que
se manifestaba como una práctica e ideas diversas para combatir el
colonialismo romano; y todavía no era una concepción rígida, única, inapelable,
sino que se nutría de varias tradiciones y formas, unidas en la lucha contra
ese poder.
El
cristianismo era en consecuencia una idea y práctica revolucionaria.
Fue el
emperador romano Constantino (285- 337), a sabiendas de la fuerza religión
oficial de ese imperio, hasta que su sucesor Teodosio la hizo
mediante decreto en el año 380.
El
cristianismo fue cooptado, y a la larga, aquella idea y
práctica anticolonialista se convirtió en un arma espiritual en favor de los
conquistadores. Con esa
arma llegaron Colón y sus tres carabelas a “cristianizar” a nuestros
aborígenes, y como dice Neruda en su poema Versainograma a Santo Domingo: “Enarbolando
a Cristo con su cruz, los garrotazos fueron argumentos tan poderosos que los
indios vivos se convirtieron en cristianos muertos”.
Los
militantes cristianos, que en sus tiempos primigenios andaban descalzos o con
pantuflas; montaban en burros y dormían sobre esteras en cuevas o debajo de
árboles, fueron sustituidos por príncipes de la iglesia, alojados en
palacios.
Desde
luego, que todo se desdobla en dos, y así como hay príncipes que actúan en
nombre del cristianismo, en este también hay por todas partes, y por supuesto
en nuestro país, una cantidad amplia de servidores a esa fe, con opción por los
pobres.
Estos
cristianos militan en la vida, por eso su implicación directa, horizontal con
la realidad del pueblo más pobre, que mal vive, y precisa de orientaciones y
acompañamientos terrenales, aquí y ahora; para conquistar un medioambiente
sano, mejores salarios, salud, educación de calidad; en general, una
distribución más equitativa de la riqueza que el trabajo ha venido generando.
Se trata de la conquista de una situación de vida
“que merezca ser vivida”, de disfrute material y espiritual.
Es esa
opción de vida la que les permite encontrarse sin prejuicios con
toda suerte de banderías políticas e ideológicas, incluyéndonos a los marxistas
leninistas, y caminar con estas como iguales.
Conscientes
o no, estos cristianos son dialécticos al asumir la cruz; que más que símbolo
de la muerte de Cristo, simboliza la vuelta de este a la vida.
La
conquista de una vida “que merezca ser vivida” es un punto esencial en este
momento del pueblo, nación y país.
Dice el
informe Chardón (Sociedad de bibliófilos, 1976) que hace
apenas 75 años nuestras riquezas naturales eran tales que cuestionados
los campesinos de varias zonas sobre sus necesidades inmediatas, respondieron
unánimes: ”nosotros vivimos con sal y candela…”Añade que “todo
lo demás lo tenían de sus tierras: maíz, arroz, yuca, frijoles, batatas,
manteca de cerdo, carne, etc”.
Solo
necesitaban sal y candela, lo único que les faltaba en su entorno,
y debían traerlos de otros sitios.
Aquel
era un país con vida y el pueblo de entonces tenía satisfechas sus necesidades
perentorias. Ese país y pueblo deben volver a nosotros, con el
concurso militante de los cristianos comprometidos con la causa de las
mayorías, hermanados en la práctica con otras creencias.
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