miércoles, 20 de mayo de 2015

La política salarial es responsabilidad del gobierno

¡En esta esquina…!

La política salarial es responsabilidad del gobierno

Por: Manuel Salazar


Una de las ideas más relevantes del libro El Capital en el siglo XXI, de Thomas Piketty, tan celebrado por políticos socialdemócratas, es su conclusión en un estudio desde 1900 hasta estos días de que “la historia de la distribución de la riqueza es profundamente política” y se relaciona con las situaciones y decisiones políticas de cada momento histórico.

Aunque parece un asunto económico, social, no lo es.  Y mucho menos en países como la República Dominicana donde todo está atravesado por el modelo político- económico impuesto para la acumulación de capital; y por tanto el enfoque de partida debe ser esencialmente político.

Hay que distinguir entre la discusión de un pacto colectivo de condiciones de trabajo en una empresa particular, que es tema que atañe a un sindicato; y la política salarial del país, que es tema político general, y es lo que está en el fondo del debate actual.

El alza salarial, que es uno de los componentes principales en la distribución de la riqueza,  está más que justificada en un país que  como   el  dominicano ha tenido crecimiento de la economía, es decir, creación de riquezas, durante más de 50 años consecutivos; a veces a tasas más altas, otras menores, pero siempre en crecimiento.

Aquí el salario mínimo  más alto  es  de  11 mil  292  pesos; hay otros menores que este,  y  no  cubren ni la mitad de la canasta básica,  definida por el Banco Central  en poco más de 27 mil mensuales.

Hasta julio del año pasado el salario mínimo había perdido 4 mil 550 pesos en la capacidad de compra, debido al alza en los precios, y esa pérdida no ha sido compensada a los trabajadores. 

Entre los años 2000 y 2013 la productividad promedio del trabajador dominicano creció en un 50%, y en ese mismo período su salario real  promedio se redujo en casi 30%.   Es una barbaridad,  porque   al tiempo que producía más para el empresario, este le pagaba menos para la canasta básica.

La política del actual y de los anteriores gobiernos ha sido la de aparecer “neutrales” en la disputa salarial de los trabajadores frente a la patronal; pero esa “neutralidad” no es más que una manera encubierta de  tomar  partido en favor del modelo económico y por tanto del empresariado, dado que los salarios bajos son una de las condiciones principales para la llamada competitividad de la economía dominicana; política sistémica, acordada, puesta en  práctica y protegida por los gobiernos.

Esta es una cuestión política fundamental que debe ser entendida por la clase trabajadora y el movimiento popular en general.  La política de restricción salarial y a la libertad sindical son componentes esenciales del modelo de dominación neocolonial que se le ha impuesto al país, igual que lo son la privatización,  y la devaluación del peso respecto de divisas fuertes como el dólar.

Así las cosas, la conquista de un alza salarial significa erosionar uno de los pilares del modelo, y en consecuencia es una cuestión más que social y exclusiva de la clase trabajadora, aunque es esencial a esta.

La lucha por el alza salarial nos convoca a todos los sectores políticos y sociales,  a  un   todos a  una.

Los trabajadores y el salario han sido siempre y en todas partes del interés principal de la izquierda en general, incluyendo los sectores más avanzados de la socialdemocracia, y es ocasión para convalidar esa militancia asumiendo la movilización de masas con la bandera de aumento general de salarios y libertad sindical.

Hay que sacar el movimiento por el salario de la trampa de la negociación con los empresarios.


El blanco principal debe ser el gobierno  en tanto  administrador general y custodia de los intereses del empresariado, al cual hay que exigirle que defina una política salarial que se corresponda con las necesidades básicas de la clase trabajadora y sea parte de una visión de la distribución de la riqueza.

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