¡En esta esquina…!
La
política salarial es responsabilidad del gobierno
Por: Manuel Salazar
Una de
las ideas más relevantes del libro El Capital en el siglo XXI, de Thomas
Piketty, tan celebrado por políticos socialdemócratas, es su conclusión en un
estudio desde 1900 hasta estos días de que “la historia de la distribución de la
riqueza es profundamente política” y se relaciona con las situaciones y
decisiones políticas de cada momento histórico.
Aunque
parece un asunto económico, social, no lo es. Y mucho menos en países como la República
Dominicana donde todo está atravesado por el modelo político- económico
impuesto para la acumulación de capital; y por tanto el enfoque de partida debe
ser esencialmente político.
Hay
que distinguir entre la discusión de un pacto colectivo de condiciones de
trabajo en una empresa particular, que es tema que atañe a un sindicato; y la
política salarial del país, que es tema político general, y es lo que está en
el fondo del debate actual.
El
alza salarial, que es uno de los componentes principales en la distribución de
la riqueza, está más que justificada en
un país que como el dominicano ha tenido crecimiento de la
economía, es decir, creación de riquezas, durante más de 50 años consecutivos;
a veces a tasas más altas, otras menores, pero siempre en crecimiento.
Aquí el salario mínimo más alto es de 11 mil 292
pesos; hay otros menores que este, y no cubren ni la mitad de la canasta básica, definida por el Banco Central en poco más de 27 mil mensuales.
Hasta julio del año pasado el salario mínimo había
perdido 4 mil 550 pesos en la capacidad de compra, debido al alza en los
precios, y esa pérdida no ha sido compensada a los trabajadores.
Entre los años 2000 y 2013 la productividad
promedio del trabajador dominicano creció en un 50%, y en ese mismo período su
salario real promedio se redujo en casi
30%. Es una barbaridad, porque al tiempo que producía más para el empresario,
este le pagaba menos para la canasta básica.
La
política del actual y de los anteriores gobiernos ha sido la de aparecer
“neutrales” en la disputa salarial de los trabajadores frente a la patronal;
pero esa “neutralidad” no es más que una manera encubierta de tomar
partido en favor del modelo económico y por tanto del empresariado, dado
que los
salarios bajos son una de las condiciones principales para la llamada
competitividad de la economía dominicana; política sistémica, acordada,
puesta en práctica y protegida por los
gobiernos.
Esta
es una cuestión política fundamental que debe ser entendida por la clase
trabajadora y el movimiento popular en general.
La política de restricción salarial y a la libertad sindical son
componentes esenciales del modelo de dominación neocolonial que se le ha
impuesto al país, igual que lo son la privatización, y la devaluación del peso respecto de divisas
fuertes como el dólar.
Así
las cosas, la conquista de un alza salarial significa erosionar uno de los
pilares del modelo, y en consecuencia es una cuestión más que social y exclusiva
de la clase trabajadora, aunque es esencial a esta.
La
lucha por el alza salarial nos convoca a todos los sectores políticos y
sociales, a un todos a una.
Los
trabajadores y el salario han sido siempre y en todas partes del interés
principal de la izquierda en general, incluyendo los sectores más avanzados de
la socialdemocracia, y es ocasión para convalidar esa militancia asumiendo la
movilización de masas con la bandera de aumento general de salarios y libertad
sindical.
Hay
que sacar el movimiento por el salario de la trampa de la negociación con los
empresarios.
El
blanco principal debe ser el gobierno en
tanto administrador general y custodia
de los intereses del empresariado, al cual hay que exigirle que defina una política
salarial que se corresponda con las necesidades básicas de la clase trabajadora
y sea parte de una visión de la distribución de la riqueza.
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