¡En
esta esquina…!
Convergencia o continuismo
Por: Manuel
Salazar
Es la perspectiva política, si se quiere
un cambio de gobierno en el 2016 que a su vez es la posibilidad más inmediata de un
cambio en el rumbo del país.
No presumo de ninguna manera que en el país
político solo existen de un lado las fuerzas que integramos el esfuerzo
denominado Convergencia, y de otro el PLD-Estado y sus aliados. No, refiero a una política; al planteamiento
de que una convergencia de fuerzas políticas y sociales es la que puede poner
fin al continuismo en el 2016, y que ese hecho es el que haría posible ahora,
en la coyuntura en curso, una modificación en el contenido y las maneras de las
políticas que prevalecen en el país.
Sin esa convergencia el cambio es
prédica, buena; pero prédica.
La oposición integra
un conglomerado de fuerzas y sectores dispersos, con niveles de posicionamiento y orientaciones
políticas e ideológicas también diferentes, cada cual con una posible cuota
de votantes, que se nutren del mismo
caudal.
Lo
que cada uno de sus integrantes podría lograr como resultado de la
comunicación con el electorado, sería
sobre la base de quitárselo a otro opositor.
En cambio, el voto PLD es único, grande,
establecido, con posibilidades mínimas de desafección. Se mantendría en lo fundamental unido. La experiencia dice que el PLD solo vota por el PLD. Dispone además
de todos los resortes del Estado.
Las posibilidades de dispersión
del voto, están en la oposición.
Soy
consciente de que una alianza amplia opositora tiene inconvenientes que superar;
uno de ellos es la constante histórica de un sector político y social que
adversa al peñagomismo por una
actitud de clase respecto a la composición social mayoritaria de esa tendencia;
a pesar de que con las consabidas inconsecuencias, esa es, junto a la Izquierda
asentada en lo popular, la principal
responsable de la apertura del proceso democrático en 1978 y de las tímidas
reformas democráticas que se han conocido en el país desde la caída de
Trujillo.
Pero hay que hacer esfuerzos en base a
planteamientos programáticos renovadores que pudieran encantar a ese litoral. Hay que quitar razones a aquella negativa,
insisto histórica.
La búsqueda de una alianza amplia no
excluye la crítica, sino que la presupone, siempre en el interés positivo de
llamar a que se desechen prácticas del pasado.
En ese entendido hay que decir que si
hemos llegado a una situación de inmovilidad política general, al dominio de un
solo partido, y a que la reelección siga siendo una figura que viene y va, las
culpas son principalmente de los que han ostentado el poder; entre estos el
sector perredeísta, que dicho sea otra vez, es el único que ha empujado
reformas mínimas de contenido democrático; pero que ha sido tímido en promover
cambios políticos y sociales que renovaran más en sustancia el régimen.
El PLD solo puede mostrar como hechos
políticos relevantes la oficialización de relaciones diplomáticas con Cuba y
que en su voluntad no ha habido intención alguna de cerrar la limitada apertura
democrática abierta en 1978. Lo demás ha sido una obra “modernizadora” que
no ha devenido en bienestar general para el pueblo, ni en darle a la democracia
el componente de participación directa de la ciudadanía en asuntos esenciales
de la vida política, cual es, hoy por hoy, el elemento definitorio de los
regímenes que se consideran modernos.
Ahora, la cuestión a valorar es que la
candidatura del PRM hace posible plantearse la renovación del régimen, esperada
desde 1961; o de 1963 si se quiere. Es una
oportunidad, que puede ser realidad
si y solo
si se actúa con claridad
del contenido y sentido de los cambios políticos a pactar; y, si y
solo si, este programa de
cambios gana el apoyo popular, para
ganar en el 2016 y disuadir a los
gobernantes a cumplirlos.
La decisión de esta perspectiva va más
allá de los cercanos al candidato del PRM, y de los afiliados de este partido,
aunque incluye a unos y otros; y de manera principal incluso.
Si ninguna fuerza sola puede derrotar
al PLD; entonces lo lógico es
procurar las alianzas que hagan posible
esa derrota. Si la continuidad del PLD en el poder se
visualiza como un problema, entonces hay que colocarse en una actitud para
impedirlo.
La fuerza moral de sectores de la
oposición, que tendría un efecto electoral multiplicador, junto a la que se
haya acumulado en términos de perspectiva de votos, deben ser puestas al
servicio del cambio de gobierno en el 2016, y en ese mismo movimiento potenciarlas, para lo mismo garantizar que se
cumpla el programa acordado, que para
seguir adelante en busca de los objetivos a los que hemos dedicado 50 años de
militancia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario