¡En
esta esquina…!
La causa kurda.
Por: Manuel Salazar
(Estambul,
Turquía). No
es tan conocida en nuestro país como la del pueblo de alestina, pero es igual una causa
que requiere de
la habitual solidaridad del dominicano cuando de
luchas por la autodeterminación de las naciones se trata.
Existe un pueblo kurdo, uno de los más
viejos en la tierra, con varios miles de años antes de Cristo; y en la
actualidad comporta los elementos esenciales que constituyen una nación:
comunidad de lengua, costumbres y un arraigado sentimiento de unidad y
solidaridad entre los suyos, que debiera contar con un Estado- territorio, a no
ser por la voluntad de las viejas y nuevas potencias imperialistas.
Los kurdos son una nación sin Estado,
con una población general que ronda los 35 millones y tuvieron asentados en
territorio propio. Hacen parte de los pueblos indoeuropeos existentes desde hace
más de 2 500 años antes de la era cristiana en el Kurdistán, que entonces
integraba territorios de lo que hoy es Irak, Irán, Turquía, Siria y Armenia,
unos 550 mil kilómetros cuadrados.
Datos históricos
señalan que la primera división de ese pueblo se remonta al siglo XVII a raíz
de un tratado entre los imperios Otomano y Persa que se repartieron ese
territorio; y desde entonces la persecución ha sido una constante.
Durante la Primera Guerra Mundial el gobierno
turco proclamó un plan de exterminio a las minorías kurdas, las que sufrieron
asesinatos en masa y sus pueblos fueron incendiados, sin que las potencias
aliadas contra el imperio Otomano hicieran nada para impedirlo.
Tras la derrota
del imperio Otomano en esa guerra, específicamente en 1918, se firmó el
“Tratado de Sevres”, mediante el cual debía establecerse un Estado independiente
del Kurdistán asentado en las tierras de Anatolia Oriental y de Mosul; pero ese
acuerdo jamás fue cumplido. Porque es sabido que las potencias aliadas
triunfantes en la guerra se propusieron
anexar el territorio de Turquía, lo que fue impedido por la guerra
de independencia que libró el pueblo de ese país liderada por Mustafá Kemal
Ataturk. Pero si lograron hacerlo en países árabes como Siria e Irak donde ha habido una gran
población de kurdos.
Palestina fue víctima también de esta anexión
de territorios por parte de Inglaterra.
Me reivindico militante
en el materialismo dialéctico e histórico; y por tanto, al interesarme por este tema, he
puesto la atención a las cuestiones económicas, o de localización geográfica,
que habrían podido ser de interés para que las viejas y nuevas potencias
pusieran empeño en desmembrar y someter a la opresión al pueblo kurdo.
Y aquí está el
asunto. En el territorio del viejo Kurdistán se encuentra casi la totalidad del
petróleo turco y sirio; también están allí poco menos del 75% y el 50% del que explotan
Irak e Irán respectivamente.
Los ríos Tigris y
Éufrates atraviesan esa región. Es
decir, el recurso agua y la fertilidad que dan a las tierras que bañan, le dan a estas más valor político y económico.
El Kurdistán es
rico en gas, agua y petróleo.
Así las cosas, se puede entender el hecho de que a partir de 1925, los Estados Unidos de Norteamérica, Francia e
Inglaterra, extendieran el territorio de Irak hasta parte del kurdo, y crearan
la “Irak Petroleum Company” para explotar el petróleo allí localizado.
En estas riquezas del Próximo Oriente, porque el Kurdistán, como
Palestina, hace parte de esta región, está la clave para entender la opresión
nacional a que son sometidas ambas naciones.
Como la palestina, hay una causa kurda que requiere de la solidaridad de
los pueblos.
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