Manuel
Salazar
(A
mi querido amigo y compañero de lucha Evangelista Ramírez, revolucionario cabal
y gran ser humano).
(YO) milito sin haber tomado
vacaciones, durante 45 años y siempre en el centro, nunca en la orilla ni
atrás, en la idea de que la revolución
es una necesidad y hay que construirla todos los días.
Por eso he
renunciado al ejercicio de mis profesiones académicas para entregarme a tiempo
completo al PCT, partido en el que milito.
Desde esta concepción y
militancia valoro lo que es revolucionario en cada momento.
Lo revolucionario no es un
punto fijo, sino que tiene que ver con las circunstancias de cada momento, y
muy especialmente con la correlación de fuerzas entre revolución y reacción.
Lo revolucionario puede ser el
llamado a la insurrección popular, cuando están dadas las condiciones, como
hizo Lenin en octubre de 1917.
Lo revolucionario puede
ser lo que hicieron Marx y Engels
en un momento, escribir el Manifiesto Comunista. Porque de este dependía la
construcción de las vanguardias comunistas para la organización de la clase
obrera en una perspectiva socialista y revolucionaria.
Lo revolucionario puede ser lo
que orientó Fidel Castro estando en la cárcel, reproducir en millares su
discurso La historia me absolverá, porque era lo que podía elevar la
subjetividad revolucionaria en ese momento después del frustrado ataque al
Cuartel Moncada.
Lo revolucionario puede ser
una retirada táctica, como hizo Mao Tse tung, en un momento de la revolución
China, porque era lo que permitía preservar las fuerzas militares de la
revolución, porque estaban siendo aniquiladas.
Lo revolucionario puede ser
hacer concesiones a las clases
derrotadas por la revolución,
como hizo Lenin con la Nueva Política Económica, NEP, después del triunfo de la
revolución de Octubre de 1917, porque ese paso permitía evitar que sectores
internos de la reacción se unieran al imperialismo alemán que entonces asediaba
desde el exterior a la revolución, y esta no podía pelear de manera simultánea contra
el enemigo interno y el externo.
Lo revolucionario puede ser
tenderle una alfombra, o abrirle una puerta al enemigo militar para que se
retire, y de esa manera poner fin a la guerra y la revolución concentrarse en
la reconstrucción del país. Como hizo
Ho Chi Minh con el imperialismo
norteamericano, que estaba derrotado pero su orgullo no le permitía rendirse, y
Ho Chi Minh, fiel a la enseñanza de la sabiduría oriental de “al
enemigo que huye, puente de plata”, le creó condiciones para que se
fuera, y así la revolución concentrar sus fuerzas no en la guerra, sino en la
reconstrucción de Vietnam.
Lo revolucionario puede ser
pactar la paz para poner fin a una guerra en la que no se podrá derrotar al
enemigo ni este derrotará a la revolución, porque hay un equilibrio de fuerzas
militares, que requiere pasar a la acción política abierta, porque, insisto, ni
la revolución podrá triunfar en ese momento histórico mediante las armas, ni la
derecha podrá derrotarla. Sin la paz la guerra sería sin fin y terminaría
agotando el país. Es lo que hicieron los gloriosos guerrilleros del FMLN en El
Salvador, y hoy dirigen ese país por la vía de las elecciones.
Lo revolucionario puede ser en
un momento lo que hizo Francisco Del Rosario Sánchez durante la Primera República,
que hizo correr la voz de que había muerto, y esconderse para preservarse vivo;
porque los enemigos lo buscaban para fusilarlo, y si caía en ese momento, sería
un gran revés para el proceso.
Si se revisa la historia de la
revolución mundial, encontraremos miles de ejemplos, de que lo revolucionario
en un momento determinado puede variar.
Lo que no varía es el
propósito revolucionario, cual es la toma del poder político por vía
revolucionaria. Eso no puede variar. Lo que puede variar es el cómo en un momento
se avanza hacia ese propósito.
Para avanzar a la revolución
dominicana, en este momento es necesario abrir mayores y mejores cauces al
trabajo revolucionario, y ese es posible derrotando el Continuismo del PLD como
plantea el Frente Amplio con la política de Convergencia. Insisto en este momento, porque a partir del
20 de mayo del 2016, la táctica tendría que asumir otra forma.
Y a lo mejor, mañana mismo se
generen unos acontecimientos que aconsejen un cambio de táctica y las tareas
sean otras.
Esto es dialéctica de la
revolución.
Apreciado Evangelista, sigo
afirmando que la izquierda dominicano dejó de estudiar Marxismo leninismo e
historia desde 1978, y hoy hace política fundamentada en emociones, de oído, en
criterios pretendidamente de principios generales, pero sin aterrizar en las
cuestiones tácticas que es por donde caminan en concreto todos los procesos.
La responsable es la
dirigencia, que no se preocupa por esto, y mantiene a cualquier cantidad de
jóvenes militantes desenfocada del curso y la teoría de la revolución. Algunos de esos dirigentes se las pasan
alentando una guerra revolucionaria que no pasa de letreros
en las paredes de las ciudades y de arengas grandilocuentes en cualquier
reunión, huelga o marcha reivindicativa.
Pero sin dejar la tranquilidad de la vida hogareña. Y así, han frustrado a mucha gente.
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