viernes, 26 de junio de 2015

MEMORIA HISTÓRICA 4.-

                                                                                                                                                  
A  Fidelio, “incorregiblemente bueno”;

A Radhamés Pérez, militante pensante de esa especie rara que es la Izquierda dominicana que es política;

A Wellington Martínez, joven promesa de la política dominicana.

Con el solo propósito de recuperar la historia y pertinencia de una política y precisar posiciones. Nada más.

SOBRE CAMBIAR EL RUMBO DEL PAÍS: UNA LINEA PLANTEADA HACE 30 AÑOS Y UN CONTEXTO NECESARIO PARA LA MISMA.

Manuel Salazar

En 1985, específicamente en su Quinta Conferencia Nacional de Cuadros, el PCT planteó la plataforma política  “Por un Cambio de rumbo en el país”. Esa línea fue debatida y aprobada en el PCT justo cuando comenzó a concretar el actual modelo económico, político y social.  Hay un folleto que se hizo público en ese mismos años, escrito por el camarada Rafael Chaljub Mejía.

Esa plataforma fue la que dio origen al MIUCA, que la asumió bajo la divisa de “Ni el país puede hundirse, ni la nación disolverse ¡Unámonos para un cambio de rumbo en el país!”, que fue adoptada el 14 de junio de 1989, y se hizo pública en folleto del que todavía hay ejemplares circulando.

Desde 1989 mismo, los del PCT iniciamos una campaña de propaganda, y propositiva ante el Congreso Nacional, en favor de la Constituyente por Voto Popular, que en el plano institucional sintetiza nuestra visión de “cambio de rumbo”,  en  las circunstancias actuales.    Digo en las circunstancias actuales, porque nuestro ideal indeclinable es la revolución y el socialismo, y lo de ahora es “acumular fuerzas” siempre en esa perspectiva.

Esta misma línea volvió a ser enriquecida con nuevos argumentos y está planteada en una publicación titulada “Palabra de Compromiso”, a mi firma, que salió al público en el año 2006.

En las Convenciones del MIUCA, del MIUCA que tantas propuestas atinadas elaboró, hasta el 2008, se reiteró esa línea, y fue detallada en un libro titulado “MIUCA: Amarillo de luz y verde de esperanza” que contiene una visión de la democracia y el desarrollo dominicanos, incluyendo el lugar de los gobiernos locales y la economía solidaria en los mismos, publicado en ese año.

En resumen, hace 30 años que en el PCT asumimos la plataforma “Por un cambio de rumbo en el país”, y el MIUCA lo hizo desde 1989, es decir, hace 26 años.

Por esa política nos ganamos en su momento los epítetos zahirientes que acostumbran un sector de la izquierda para impugnar propuestas políticas nuestras.  Mientras que otro sector, más benigno, el de Fidelio y circunstancias, nos hizo la indiferencia en todo ese período.

 Queda, o debe quedar claro, que tenemos bastante conciencia y experiencia respecto al significado de la política  “Por un cambio de rumbo en el país”.

Más aún, somos tan conscientes del significado de la misma, que la asumimos respuesta a la política neocolonial impuesta al país, pueblo y nación dominicanos; respuesta a un modelo sistémico, que como tal no es exclusivo de la República Dominicana.

Así las cosas, concebir que en un gobierno de cuatro años, surgido de unas elecciones, se puede cambiar ese rumbo, es no tener idea de la envergadura del problema.

·         no estamos hablando de lo mismo.

Es correcto, objetivo, atinado, apropiado, urgente… plantearse como condición para un pacto electoral, la asunción de unas políticas públicas que apunten en el sentido de modificar las bases y el rumbo económico y político del país.  Pero en la conciencia de que el gobierno que resulte de ese pacto puede tomar medidas que habiliten ese cambio, e incluso comience a modificar aquellas bases. Pero el cambio de rumbo solo es posible en gobiernos sucesivos que apliquen una misma visión de país expresada en programas de cada gestión.  Por eso es que entendemos atinado, y posible, un pacto de largo alcance que tenga como punto de partida una visión de país y nación, con alternabilidad de candidaturas y gobiernos, que pongan cada vez en práctica un programa que exprese aquella visión.

Lo que se discute en este momento no es si es necesario que la izquierda y el progresismo construyan fisonomía y camino propios en perspectiva al poder, porque eso siempre será correcto. Lo que se discute es si en este momento histórico se debe o no hacer una alianza amplia, que incluya sectores de los que diferimos en principios y perspectiva estratégica, para enfrentar y superar el aspecto principal de la problemática nacional, que es un partido- gobierno que lo controla todo y se propone mantenerse en el poder de manera indefinida, y que ningún sector de la oposición está en condiciones de derrotarlo por sí solo. Problema sin cuya solución es difícil aspirar a mayores presupuestos políticos.

Entre paréntesis. Si se diera el caso, bueno por cierto, de que uno de los sectores que contravienen la política de alianza amplia, ganara las elecciones del 2016; incluso si las ganara una coalición de esos mismos sectores, se encontrarían en una situación como la del maco aquel al que le regalaron unos pantalones y no le quedó más remedio que preguntar: ¿En cuáles nalgas me los pongo? Cierra el paréntesis.

Si después de casi 60 años de haberse constituido como fuerza organizada, la izquierda y- o el progresismo no pueden entender esto, entonces estamos ante un caso. Si, ante un caso digno de estudio. Como el dengue, la viruela, la poliomielitis en sus momentos; y como en el plano político lo diagnosticó Lenin en la enfermedad infantil del izquierdismo en los años de 1920.

Las cuestión de las alianzas, y las circunstancias en que los revolucionarios y comunistas deben llevarla, fue planteada en el mismo Manifiesto Comunista en 1848, es decir nada más hacen 167 años.

Si todavía esto no se entiende, entonces se puede entender por qué en América Latina y el Caribe se han producido tres olas de cambios desde los años de 1950, y a pesar de toda nuestra moral y actitud de lucha, los revolucionarios dominicanos hemos tenido que conformarnos con hacer solidaridad a los otros pueblos que si han sabido poner en práctica las leyes y categorías de análisis de la revolución.

Para salir de situaciones políticas especiales, y la dominicana es especial en este momento histórico, en Colombia se pactó el Frente Nacional para el Cambio mediante el cual algunos partidos grandes y fuertes acordaron sucederse en el poder compartiendo un mismo programa, gobiernos y composición del congreso.  En Chile se hizo una concertación con alternabilidad de candidaturas y de gobiernos entre partidos grandes y fuertes.  Y en Uruguay, con el Frente Amplio,  hay  una experiencia en curso a  considerar.

Hay una buena oportunidad para plantear cosas que salgan de la obviedad, muevan el debate de altura y pongan el país en aires nuevos; y para eso el buen juicio está convocado.

Para  habilitar el país hacia un “cambio de rumbo”, será necesario un contexto, como el siguiente:

1.- Un gobierno de amplia base política y social, que se exprese también en el Congreso Nacional;

2.- Un gobierno con amplio apoyo popular que se exprese en la participación activa del pueblo en torno a las políticas públicas decididas;

3.- Un gobierno con una clara y decidida política de alianza estratégica con sectores productivos nacionales.

Eso solo se logra con una  alianza que derrote al PLD y sus aliados en el 2016. Ningún sector solo puede lograr esa victoria y mucho menos habilitar el  “cambio de rumbo”.

No descarto, mejor, asumo que las particularidades pueden tener éxitos en las elecciones del 2016. Pero dentro de una derrota general para el pueblo y el país con el triunfo del PLD y sus aliados.

En las elecciones del 2010, 52 mil ciudadanos-as marcaron la boleta del MIUCA, y este obtuvo 32 regidores distribuidos en el país. Un éxito, celebrable. Pero en esas mismas elecciones, el PLD obtuvo 31 senadores y la mayoría en el Congreso Nacional con lo que pudo hacerse con las Altas Cortes y todo lo que esto ha implicado.

Punto, final.


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